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"CONTRA EL PROGRESO" CRÍTICA DESBORDANTE

"CONTRA EL PROGRESO", el buen montaje de grado de la ASAB UD el semestre anterior, efectivamente es un montaje profundamente reaccionario. Reacciona con eficacia retórica y pirotecnia argumentativa contra los movimientos de opinión actual. Que sea valiente puede ser un atributo, pero no se sobrepone al hecho mismo de contravenir las posturas "progresistas" como el feminismo, la opción por el aborto, la alternativa abierta de las relaciones amatorias, pero también contra la prospectiva del emprendimiento, la individuación en términos de la sociedad actual, el individualismo, la tecnología como alternativa que caracteriza la especie y la catapulta a lo humano, la crueldad...


La agresividad voluntaria y evidente domina la escena. Pagamos alguna culpa que el autor se encarga de hacer efectiva, autor cobrador, como dominado por un designio terrible que no le permite ni la compasión, ni la complicidad, ni la bondad. Sólo somos horribles monstruos para él, y lo autorizamos con nuestro silencio para ejecutar su venganza artera y alevosa. Todo tema, toda situación, todo personaje está diseñado para zaherirnos. Y lo logra casi siempre. Somos débiles como público ante semejante autoridad y sin embargo varios espectadores se retiraron en tono de protesta antes de concluir la función.


Sólo una escena me reconcilia con ese lenguaje y es la que tiene que ver con el terror y su pedagogía. Los niños desaparecidos dan lugar a la desaparición de la lectora, maestra que enseña la perversión de caperucita y termina con todos sus pupilos descuartizada. Y los actores y actrices, que tienen la madurez y la capacidad para entender y sacar adelante el proyecto del director invitado, Pedro Miguel Rozo, con el entusiasmo de los saludables confrontados, la espectacularidad grotesca del amputado y sus salvadoras, algo de las empresarias vampiresas, Eva la encantadora resignada y su Adán taxativo, la certeza de la divorciada inflexible y el dolor de su amante afligido, el cinismo criminal de la pareja filicida y la ingenuidad de su hijo, la criada...

Finalmente, aunque no coincida con el espíritu reaccionario de esa crítica desbordada, aprecio, en todo caso, el valor pertinaz del director que se refleja en semejante obra y se atreve a confrontar sin compasión a un público de conciencia vicaria y culposa, en el país del sagrado corazón de los falsos positivos.

Camilo Ramírez Triana 20 de mayo de 2022


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