top of page
Foto del escritorCerete

EN EL CIERRE DE INSCRIPCIONES AL FESTIVAL DE TEATRO Y CIRCO DE BOGOTÁ 2024.


Intentamos participar y no se pudo.


La causal # 4 de inhabilidad para participar en la INVITACIÓN CULTURAL XIX FESTIVAL DE TEATRO Y CIRCO DE BOGOTÁ 2024 - IDARTES, es profundamente injusta o ignorante, incluso torpe; lo que resulta paradójico, dado que se organiza desde un sector importante del teatro bogotano en asocio con los funcionarios del buró cultural que deberían, ambas partes, conocer cabalmente la realidad del teatro de la capital. Reza de la siguiente manera:


"4. La persona postulante, un integrante de la agrupación, el representante o miembro de la persona jurídica es contratista o funcionario del Instituto Distrital de las Artes - IDARTES o hace parte de la junta directiva de la Asociación Nacional de Salas Concertadas de Teatro de Bogotá -ASOSALAS-."


En consecuencia, los artistas formadores del CREA, que son contratistas del Instituto Distrital de las Artes, y no sabemos quiénes más, están inhabilitados. Excluyen con ello la parte de los artistas que debe trabajar en la educación para mantener su vocación o su pasión o su profesión, a menos de que hagan ‘chanchullo’, comportamiento bien castizo.


Se niega que los formadores de IDARTES puedan ser artistas profesionales solo por el hecho de que ya "gozan" de recursos del erario público. Y no podrían "gozar" dos veces, porque se malversarían los recursos… Les dan con una mano y les quitan con la otra. ¿Cuánto podría malversar el que trabaja durante varios meses en horas extralaborales para montar una obra con su grupo y le pagan por una función en el festival de Bogotá?


¿Supone la organización del festival que el sector privado sostiene la actividad teatral en estos parajes, con sus aportes y mecenazgos? ¿Talvez cree que las convocatorias de creación de las instituciones públicas son suficientes para hacerlo? ¿Imagina que el público cubre con sus aportes por taquilla los requerimientos de esta actividad o los vitales de esta población? ¿Presume que todo el teatro se organiza hoy en prósperas empresas de una industria cultural improbable?


Es posible que así lo crea, lo cual no excluye la duda, ante la evidencia de nuestra durísima realidad, registrada a medias, interpretada con sesgos inocultables y huérfana, en lo mayoritario, de recursos para la cultura y el arte. En cualquier caso, no deberían despreciar la opinión de los excluidos, que numerosos o escasos, bien pueden tener argumentos y pruebas del valor de sus creaciones; y nos referimos a los que se pelean día a día la cultura en los barrios de esta urbe enloquecida, no a los caros exponentes del jet set criollo.


El temor a la corrupción o a la contraloría, las buenas intenciones donde se pueden originar estás normas, desconocen la realidad de las personas que se dedican al arte. Si bien es cierto que se necesita abrir la brecha y expandir la cobertura de los recursos, excluir a quienes trabajan en la educación artística, no digo en las instancias de decisión, es caer en flagrante contradicción. Por este camino se podría llegar a inhabilitar también a los artistas que trabajan en las salas concertadas.


Así las cosas, el festival no vendría a ser un mecanismo de promoción del teatro y de inclusión de los artistas, pues, finalmente, los que tienen más necesidad o menos recursos económicos, son quienes se enlistan en las filas del ejército de formadores y de funcionarios responsables de la atención social, y son ellos precisamente los relegados.


Por este camino, también quedan en entredicho los programas de atención social y cultural para sectores populares, cuyos encargados no pueden ser artistas creadores, con derecho a existir en el panorama de la sociedad. Y las creaciones que realizan, fuera de la institución en que trabajan, en su tiempo libre, siguiendo una tradición inveterada del teatro en el país, son desconocidas, marginadas.


La tradición a que me refiero está profusamente documentada y pensarla nos lleva a discutir el tema de la profesionalidad nuevamente. ¿Es profesional el que vive de su arte o el que vive para su arte; el que conoce o el que vende? ¿El tosco, el sagrado, el comercial, el popular, el intelectual? ¿Qué es conocer en el arte? No decimos más por ahora, pues jurados tiene el santo padre festival, y normas a granel, y porque hablamos de la cualidad de Arte y no de la inversión que tenga, ni de los mecanismos, ni de sus orígenes.


Finalmente, no creo que sea paranoia preguntar: ¿si la norma no es ignorante y equivocada, si no es un error, una torpeza la exclusión de los espacios de reconocimiento y prestigio de las creaciones teatrales de grupos y personas vinculadas en tareas de formación con instituciones públicas, la norma digo, no tendría la marcada intención de excluir un tipo de artistas y de arte de la realidad bogotana?


Las instituciones públicas de la cultura no pueden ser coto de caza de poderosos intereses, ni trampolín de burócratas o de políticos o de grupos de cualquier pelambre. Sus iniciativas deben ser inclusivas y democráticas, conocedoras, proyectivas, honradas y eficaces. Deben ser política de estado, pues la cultura del distrito capital es el lugar simbólico donde se perfila el futuro del país, y en particular este Festival debería ser una instantánea del estado de la actividad, que difunde, proyecta, reconoce, aprestigia y preserva el arte bogotano, en general.

85 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page